1
-No hay rastro alguno del chico. Su habitación está patas arriba, ha debido estar aquí a la fuerza, pero ni rastro de huella alguna ni algo que nos pueda inducir a dónde ha ido-espetó el policía forense que se encargaba de recoger pruebas.
-En el caso de que haya ido a algún lado por cuenta propia…-pensó en voz alta unos segundos el inspector Rodríguez antes de añadir- Quiero que interroguéis a todos sus compañeros, que os digan dónde estuvo por última vez y ha dónde ha podido ir. Quiero también que saquéis información de si estaba enemistado con alguien o intentaba escapar de algo.
La habitación era pequeña, la cama con sábanas negras estaba deshecha y las estanterías estaban repletas de libros sobre simbología ocultista y fenómenos paranormales. De las paredes colgaban crucifijos negros y extraños colgantes. Detrás de la puerta de la habitación había un poster de un grupo llamado Dimmu Borgir y sobre la ventana reposaban las figuras en papel de murciélagos para cuando entrara la luz crearan juegos de sombras.
-¡Aquí hay algo!-Exclamó el agente Ramiro, un policía que se estrenaba en el cuerpo y aún pecaba de ingenuo. Todos se acercaron a saber lo que Ramiro estaba sacando con incertidumbre de uno de los cajones del armario. El silencio se hizo palpable cuando el agente mostró lo que parecía un hueso en sus manos
-¿De quién diablos es eso?- El inspector Rodríguez estaba perplejo y en su cabeza bullían multitud de incógnitas a las que quería responder demasiado deprisa.
-Por la forma que tiene me atrevería a afirmar que es de ser humano, pero aún así debemos hacerle pruebas señor inspector- Dijo el forense mientras apuntaba en su bloc de notas y luego mordisqueó el bolígrafo
-Bien, quiero tener los resultados de las pruebas en mi mesa lo antes posible. Encárgate de ello Fausto- éste era el forense que cuando escuchó su nombre dejó de mordisquear el bolígrafo como si saliera de un trance- y quiero las cintas de las interrogaciones al mismo tiempo. También quiero que hagáis retratos robot del chico y que lo pongáis expuesto en cada punto de salida de la ciudad, que cada policía lo lleve a mano en el coche patrulla y que se ponga de preaviso a la ciudadanía de que si han visto a éste muchacho lo hagan saber a las autoridades- los policías ya estaban de camino a realizar lo mandado mientras que Rodríguez se dijo para sus adentros en voz susurrante- demasiadas incógnitas y solamente una posible prueba…Esto no pinta nada bien.
2
-¿En qué piensas Arturo?- El inspector Arturo Rodríguez observó aquellos ojos oscuros que le preguntaban. Eran de Emilio, un amigo de la infancia que había triunfado en el mundo de los negocios y como consecuencia regentaba una prestigiosa empresa que producía juguetes- estás totalmente ofuscado chico, ¿o es que no te gusta el café? Eso lo soluciono yo rápido, ¡Marta! ¿Qué diablos le has echado al café que me tienes al chico en trance?- Mientras Arturo volvió en sí y rió las gracias de su antiguo compañero a la vez que la regordeta Marta añadía desde el otro lado de la barra-Nada chiquitín, sabes muy bien que mis cafés los hago con todo el mimo del mundo, pero como vaya para allá a tu café le voy a echar majadero en su punto ¿estamos cariño?
Los dos compañeros volvieron a reír aunque intentaron que la camarera no se diera cuenta. Estaban en un bar cerca del centro de la ciudad, les gustaba desayunar siempre en ese bar antes de ir a sus respectivos trabajos, aunque Arturo empezaba a trabajar horas antes que Emilio y tenía que hacer un hueco para el desayuno.
-Ahora dime Arturo ¿qué diablos te pasa?
-Nada, es solo que estoy pensando en lo de esta mañana- tomó un sorbo del calentísimo café- quizás le estoy dando más importancia de la que se debe, pero este tema me da bastante mala espina, no lo sé.
Emilio suspiró para sus adentros mientras que cogía su napolitana y daba buena cuenta de ella y se apresuró a decir-Venga Arturo, ese chico va a aparecer tarde o temprano, es un excéntrico y raro de tres pares de cojones. Tú mismo lo has dicho, que tenía colgado por la pared mogollón de crucifijos y extraños símbolos y tenía un poster de unos tíos que parecían pinchos morunos. Joder Arturo, sería bueno que ni apareciera…-Arturo le asestó una furibunda mirada- Bueno…me he precipitado, era broma. Está bien, pero tranquilízate ya verás como se soluciona.
-No solo eso, sino ese hueso…para qué querría un hueso el chico- Arturo se pasó las manos por la cara en gesto de cansancio mental.
-Seguramente sea algún hueso de carnero o algo, seguro que ese y sus amigos hacen extraños rituales, no me extrañaría lo más mínimo- mordió la napolitana y añadió escupiendo trozos de ella- ¿Cómo iba a ser de persona ese hueso?
Arturo no lo sabía, solo le quedaba esperar a ver los resultados para cerciorarse, pero tenía un extraño presentimiento. Por más vueltas que le daba nada tenía sentido, un chico de bien, ejemplar en sus estudios y como hijo, con ningún tipo de problema aparente y con 19 años de edad y desaparecido, nada tenía sentido. Estaba sumido en sus propios pensamientos, parecía como si todo fuera más lento, mucho más lento, incluso podía apreciar cómo su compañero masticaba una y otra vez los trozos que le quedaban de napolitana y tenía ligeramente los labios manchados de chocolate. Entre aquel pequeño trance algo despertó su interés, estaba allí fuera, en la cristalera del bar, una persona ataviada con una túnica negra y que tapaba su rostro completamente con la capucha. Veía cómo iba pasando por la cristalera mirándolo, como una persona normal que pasea por la calle.
-¿Qué miras ahora Arturo? Estoy por encerrarte joder- Le dijo Emilio mientras posaba su mano sobre el hombro del inspector
-Mira cómo va disfrazado ese- añadió Arturo mientras señalaba con la cabeza a dónde debía mirar- joder, me lleva mirando desde que ha aparecido por un lado de la calle.
Emilio miraba todas partes y a veces miraba ceñudo a Arturo hasta que este añadió- ¡Emilio tío! Allí fuera en la calle míralo rápido que se va a ir- y esta vez aunque fuera de mala educación señaló con el brazo
-Arturo ahí afuera no hay nadie, solo un chico con los cascos puestos esperando al semáforo- se volvió tranquilamente hacia la barra y bebió lo poco que le quedaba del café- bueno chico, pienso que deberías irte a descansar compañero y deja la puta consola por las noches que te está volviendo flipado.
-¡Qué coño consola! Lo he visto lo que pasa es que eres más inútil que una escoba sin cepillo- También se volvió hacia la barra y se bebió el café de un trago-¡Joder! Quema…
-No si te parece masturba…- Emilio ya estaba sacando el dinero para pagar la cuenta y le guiñó el ojo a Marta que estaba justo delante-porque es lo único que le falta a los cafés de Marta, que encima te entren hasta orgasmos.
-Más te gustaría a ti chiquitín, con lo poco que mojas…-Marta era bastante buena en quedarse encima de los demás- Invita la casa, pero no gracias a ti-dijo señalando a Emilio- que si fueras más educado pedirías la hora en vez de sexo al primero que pase por la calle…
-Perdone señorita ¿Tienes sexo?- Dijo Emilio en tono burlesco mientras adquiría una pose de galán y los tres, incluido Marta, se echaron a reír
-Anda Arturo llévate a este desastre de aquí antes de que lo eche a patadas.
-Será lo mejor. Anda vamos personaje- Cogieron sus abrigos y salieron a la calle. Al salir Arturo miró en todas direcciones para ver si conseguía volver a ver a aquel extraño personaje ataviado de una forma singular. No estaba por ninguna parte. Miró ceñudo el suelo y se volvió hacia su compañero
-¿Nos vemos mañana Arturin?- Emilio ya se estaba colocando el abrigo mientras esperaba la respuesta de Arturo.
-Nos vemos mañana chiquitín…
3
La noche parecía querer abalanzarse sobre el suelo de la ciudad inundada. Ésta, con toda la plenitud de su oscuridad y las tenues luces procedentes de criminalística, solo parecían arañar en el exterior las paredes de sombras nocturnas.
El policía forense Roberto terminaba de analizar y puntuar todos los resultados que obtenía de la única aparente prueba de la habitación del chico, un solo hueso de apariencia humana. El rostro del policía estaba aquejado por la fatiga de una dura jornada de trabajo y daba las últimas puntilladas antes de dirigirse a casa. La sala estaba tenuemente iluminada como le gustaba trabajar a Roberto. No había nadie más en la comisaría. Mientras escribía los últimos datos en la ficha había recibido la llamada de su esposa.
-Si ya he terminado cielo…Ya sé que es tarde pero no he podido llegar antes, estoy liado con un caso…Un chico ha desaparecido y no sabemos el por qué, la única prueba que hemos encontrado ha sido un hueso que no sabíamos de qué o de quién era. Lo he estado analizando todo este rato… ¿De verdad quieres saberlo? Anda dentro de un rato estoy allí, hasta ahora.
Por el rabillo del ojo vislumbró el movimiento de una sombra a través de la cristalera cruzando el angosto pasillo iluminado únicamente por las luces de emergencia de la comisaría. Su cuerpo heló y su corazón comenzó a bombear con bastante intensidad
-¿Qui…joder ¿Quién anda ahí?
Aparentemente no había nada, todo estaba normal ahí afuera ni tan siquiera se escuchaba el menor atisbo de una presencia allí. Al rato unos ruidos secos empezaron a producirse a uno de los lados del pasillo, como si alguien estuviera arañando la pared. Roberto se dirigió a la puerta con paso premuroso con la frente perlada de sudor frío. Su mano temblante quería coger el pomo de la puerta para abrirla pero de los nervios le falló la muñeca. A la segunda abrió lentamente dejando solo un resquicio de apertura suficiente para asomar el ojo. Nada había allí. Abrió del todo y sacó medio cuerpo fuera de la habitación y nada había allí- Son imaginaciones tuyas Roberto, has trabajado mucho por hoy es hora de ir a descansar...- Se dijo a sí mismo en voz alta. Iba a retornar a la habitación cuando otro ruido extraño llamó su atención pero esta vez desde el otro lado del pasillo, justo a su espalda. Respiró trabajosamente y se obligó a girar el cuerpo y…no podía creer lo que estaba viendo.
4
Arturo llegó a la comisaría a las nueve de la mañana y se dirigió directamente al departamento de criminalística para ver los resultados obtenidos del análisis del hueso efectuadas por Roberto. Allí se encontró con varios agentes que parecían buscar algo por toda la sala de trabajo de Roberto.
-¿Qué está pasando Aquí? ¿Qué hacéis todos aquí?- Preguntó Arturo a los demás agentes de policía de la sala
- Estamos buscando algo sobre Roberto, Arturo, no llegó anoche a casa. Su esposa llamó alertada diciendo que no había llegado y que él mismo le dijo que andaba de camino. Aún no se sabe nada de él- Informó el agente Gálvez, un buen policía que era bastante intuitivo, de ojos claros y pelo castaño como el puro otoño, alto y bien apuesto y joven como la primera brisa del día- Si le digo lo que pienso, conociendo como conocía a Roberto esto es totalmente inusual en él-
-¿Habéis encontrado algo ya?- Preguntó Arturo mientras abría uno de los cajones de la mesa de inspección de Roberto. Allí vio una grabadora con una etiqueta que marcaba la fecha del día anterior-…Aunque parece que ya tengo algo. ¿Cómo es posible que se os haya escapado mirar en los cajones de las mesas?-
-Miramos señor inspector, pero le juro que no habíamos encontrado nada. Al menos recuerdo haber mirado yo mismo y no había nada- Inquirió el joven Gálvez apresuradamente mientras los demás policías dejaron de buscar para prestar atención al descubrimiento del inspector Arturo.
-Veamos qué fue lo último que dijo Roberto antes de desaparecer- y Arturo encendió la grabadora y la puso en marcha.
“Estoy analizando los restos de lo que parece ser un hueso de ser humano. En efecto lo es. El sujeto debía tener unos diez años, pero no hay señal de que este hueso sea reciente, ni siquiera de pocos años, algo que me llama demasiado la atención. Este hueso debe de tener más de cien años como mínimo pero se mantiene como si fuera nuevo, aunque el estudio de su ADN nos muestra que no es de la época actual.
Algo que me ha llamado soberanamente la atención, aunque creo que son imaginaciones mías, es que el hueso está mejorando su aspecto a cada minuto, como si estuviera cobrando vitalidad. Me estoy volviendo loco, pero juraría que el hueso me llegó en peores condiciones y ahora parece como nuevo. Esto es de locos, no sé lo que está pasando, no hay nada que indique qué ha podido hacer el joven desaparecido. La única ayuda que nos puede aportar algo es el testimonio de sus compañeros.
El hueso lo he guardado en una bolsa de plástico en el fichero de los archivos clasificados dentro de una carpeta con el nombre “El niño”…suena mi móvil. Hasta aquí la grabación.”
-Señor inspector desde mi punto de vista Roberto se ha vuelto majareta- Se atrevió a añadir después de la grabación el agente Carlos de entre los presentes. Realmente nada tenía sentido, realmente no se sabía lo que había que buscar, si un joven desaparecido, si un supuesto homicida a la fuga, si un joven desaparecido saqueador de tumbas. Nada tenía sentido y era algo que empezaba a enojar soberanamente al inspector.
-¿Se ha interrogado a los amigos del joven desaparecido?- Preguntó con autoridad Arturo al agente Gálvez.
-Ayer por la tarde los interrogó el agente Martínez, puedes pedir el video en el archivo- informó Gálvez mientras se dirigía al fichero de los archivos clasificados del criminalística. Sacó una carpeta que parecía contener algo en su interior que hacía bulto. Gálvez sacó una bolsita de plástico de su interior y se la entregó al inspector Arturo- Al parecer Roberto no estaba tan majareta, al menos aquí está el hueso.
-Quiero que sigáis buscando cualquier cosa que indique le paradero de Roberto, algo me dice que tiene que ver con toda esta confusa historia ¿de acuerdo?
-Si mi inspector- vociferaron todos los agentes allí presentes
Arturo salió de la sala e inspeccionó el hueso metido en la bolsa de plástico. Nada tenía sentido realmente de lo que había dejado Roberto constancia en la Grabadora, el hueso parecía ser antiguo, aquejado por el tiempo, amarillento como una servilleta que limpia una mancha de café.
Corriendo hacia él un agente de policía joven y de estatura baja, con gafas y cuerpo atlético aunque no apuesto, se plantó a un palmo de él y se secó los brotes de sudor de la frente antes de hablar-Inspector hemos encontrado al muchacho- se apresuró a decir tras secarse el poco sudor de la frente.
-¿Dónde? ¿Cómo está?- Arturo parecía nervioso, ansioso por saber de ese muchacho, quizás fuera la clave de algo que aún ninguno entendía- Quiero tenerlo aquí cuanto antes-.
-Es no será difícil aunque no podrá sacarle nada…está muerto señor inspector- El joven policía parecía dubitativo, como si no hubiera terminado de contarlo todo-Lo encontraron lejos de aquí, en un pueblecito llamado Lubián. No presentaba signos de violencia, aunque el cuerpo estaba aquejado porque llevaba unas 12h aproximadamente muerto y por el frío de la noche, parece que ha muerto de una forma natural, aunque el rigor mortis verdaderamente es espeluznante- El joven agente realmente parecía consternado.
-Quiero que se le haga la autopsia de inmediato y también quiero ver la cinta del interrogatorio a sus compañeros y también quiero que le preguntéis a sus padres qué supone para ellos el pueblo de Lubián, quiero saber por qué fue allí. ¡Rápido!- El joven agente se apresuró a poner en marcha las instrucciones de su inspector mientras éste volvía a examinar con verdadero interés aquel hueso- ¿Significas algo?- se preguntó para sus adentros, aunque realmente parecía esperar que el mismo hueso le respondiera.
5
El interrogatorio
“-¿Cómo te llamas? Y dime cuál puede ser la razón de que tu amigo haya desaparecido-
-Me llamo Alex. No sé realmente cuál puede ser la explicación de que haya desaparecido. No es mal muchacho, ni mucho menos violento, aunque si es bastante morboso, aunque realmente lo somos todos los de la pandilla. Que yo sepa nadie tenía nada contra él-
-¿Estás completamente seguro de no saber nada sobre cuál puede ser la causa de su desaparición?
-Le estoy diciendo que no lo sé. Realmente somos bastante reservados que lo respectivo a las demás personas, somos un grupo de amigos bastante distantes, los demás deben de pensar que somos muy raros por nuestros gustos y tal. Javi no tendría enemigos, al igual que apenas tenía amigos, solo nosotros y ninguno tenía nada contra Javi-
-Eso lo veremos… ¿A qué gustos te refieres?-
-Nos atrae todo lo relacionado con lo inexplicable, con el tema de la muerte, digamos que somos bastante morbosos. Aunque la palabra exacta sea raros, no hacemos nada fuera de lo común. Nos atrae la parapsicología, el espiritismo y en ocasiones practicamos sesiones de ouija-
-¿Qué me dices de saquear tumbas? ¿Eso entra también en vuestro currículum de digamos “rarezas”?
-No que va. Nunca hacemos algo que sea irrespetuoso para la sociedad o que pueda causar dolor a alguien. Respetamos como los que más a las demás personas, nunca se nos ocurriría hacer algo así, es siniestro-
-Entonces ¿Qué me dices sobre este hueso? Lo encontramos en la habitación de tu amigo Javi-
-…Joder le dije que se deshiciera de eso-
-¿A qué te estás refiriendo?-
-¡Joder de acuerdo! Javi nos convenció para examinar los restos de alguna persona. Para según él estudiar de alguna forma cómo afectaba la muerte al cuerpo, quería verlo con sus propios ojos. Pensaba que si efectuábamos una sesión de ouija sobre los restos de alguna persona, esa se comunicaría directamente con nosotros.-
-Ya veo el respeto que tenéis a las demás personas de esta sociedad. ¿Sabes que eso es un delito muy grave verdad?-
-Si lo sabíamos, pero de alguna forma consiguió convencernos. Joder realmente daba miedo estar en aquel lugar haciendo lo que estábamos haciendo.-
-¿Dónde lo hicisteis?-
-Para no llamar la atención quisimos irnos a un pueblo pequeño, apartado donde la actividad humana fuera pobre incluso de día, para que no nos pillara nadie. Decidimos que un lugar idóneo sería Lubián. El cementerio da bastante respeto, incluso de día-
-Aunque a vosotros el respeto os dio igual ¿Crees que podría haber ido allí?-
-No lo creo. Si el hueso no hubiera aparecido en su habitación quizás. Porque podría haber intentado devolverlo a su tumba. Sin el hueso no tiene motivos para volver allí-
-¿Por qué cogió el hueso y se lo llevó?-
-Todo es por lo que sucedió aquella noche. Javi decidió que la mejor opción para irrumpir en una tumba y no obtener consecuencias era abrir la de un niño. Se fundamentaba en que el espíritu de un niño no se mostraría vengativo y enfurecido por haber abierto su tumba, ya que lo que supuestamente caracterizaba a un niño era su inocencia-
-Eso no responde a mi pregunta ¿por qué se lo llevo?-
-Ya, ya lo sé pero tenga paciencia. Se lo llevó porque todo resultó justamente al contrario. Al realizar la sesión de ouija el niño se mostró violento, todas sus respuestas, inclusive a preguntas afirmativas o negativas, eran de amenazas de muerte, o algo por el estilo. El supuesto espíritu del niño decía que todas las almas allí presenten serían suyas. Javi arrancó la tibia de la pierna del niño mofándose así de las amenazas del espíritu. Queríamos cerrar la sesión pero el espíritu no daba su brazo a torcer, entonces Javi la cerró bruscamente, algo que nunca se debe hacer, y enterramos de nuevo los restos. Al volver al coche vimos que Javi no había devuelto el hueso a su lugar de origen y todos nos mostramos enfurecidos con él. Solo decía que se lo llevaba como premio, como recordatorio de que aquella noche habían contactado con un verdadero espíritu y que le habían ganado la partida, yo no estaba totalmente seguro de ello.
-¿Tienes algo más que añadir? ¿Alguna cosa que no me hayas dicho aún?
-No, eso es todo, se lo juro-
-Bien. Sabes que has cometido un delito, procesaremos su denuncia. Puede salir de la sala de interrogatorios pero no de la comisaría, aún no-“
6
-¿Qué motivo le llevó hasta ese lugar de nuevo?- se cuestionó Arturo para sus adentros. Miraba fijamente el contenido de la bolsita de plástico, un hueso de un niño de 10 años que supuestamente vivió hace mucho tiempo, como bien indican los estudios del desaparecido Roberto. En verdad nada tenía sentido, un simple caso de desaparición adolescente, que en el mayor de los casos desaparecen de forma voluntaria cansados por la situación de sus hogares, se convierte en una trama siniestra con un desaparecido y un cadáver. Para mas inri la única prueba que ligaba todos aquellos sucesos era ese aquejado hueso, nada tenía sentido.
Gálvez entró en el despacho del inspector con una cinta en la mano-Señor inspector debería ver este video-adujo el agente tendiéndole la cinta sobre el escritorio.- ¿Qué contiene?-Arturo recogió la cinta y la examinó con la mirada unos segundos y luego volvió los ojos hacia Gálvez para que respondiera a su pregunta-Es una cinta de la cámara que da al pasillo…de criminalística. Sale Roberto algo nervioso, no tiene mucho sentido es como si…como si se hubiera vuelto loco- Gálvez mostraba cierto nerviosismo a la hora de hablar del contenido de la cinta.-De acuerdo, buen trabajo agente, pude retirarse- y con un gesto despidió al agente y se dio media vuelta hacia el video para poner la cinta en marcha.
La cinta en blanco y negro mostraba a Roberto asomándose al pasillo con paso cauto, como si algo estuviera acechándole. Mira a un lado del pasillo donde no hay nada y su cuerpo parecía relajarse, pero al instante se da la vuelta para mirar hacia el otro lado como si algo atrajera su interés y sale corriendo despavorido por causa de un gran miedo. Nada tenía sentido, en la cinta no se mostraba nada. Arturo volvió a poner la cinta desde el mismo instante en que Roberto salía al pasillo, esta vez en cámara rápida y de nuevo nada, no había nada en el pasillo que pudiera atormentar a Roberto de esa manera, en verdad debía de haberse vuelto loco. Arturo paró la cinta en el momento exacto en que Roberto iba a salir pies en polvorosa. Quedó dubitativo, sumido en un caos de preguntas sin final y ninguna respuesta. No había nada en aquel lado del pasillo…salvo. Arturo pareció ver algo en el video, en aquel lado del pasillo de donde procedía lo que atormentaba a Roberto, como una tenue sombra, como una neblina suave que flotaba en aquel pasillo. A simple vista no se podía apreciar, pero ahora que el video estaba detenido se apreciaba si uno se fijaba con interés. Acercó el zoom del video para verlo más nítidamente. Era algo asombroso, parecía ser terrorífico, algo fantasmagórico y no era solo una especie de neblina, parecía tener forma humana. Exactamente tenía la forma de un niño, o al menos parecía tenerla.
Arturo salió de su despacho y gritó al unísono de la comisaría para que todos le escucharan- Que venga ahora mismo Ramiro, urgentemente a mi despacho sin demora alguna-. Para cuando llegó Ramiro, Arturo tenía su abrigo puesto y la cinta en un sobrecito de plástico- ¿qué deseaba señor inspector?- preguntó curioso el joven agente- Quiero que cojas esta cinta y examines una curiosa forma que parece asustar a Roberto en la cinta. Debes prestar atención, cuesta verla a simple vista. La quiero en negativo, en sepia, como cojones quieras pero la quiero sobre mi despacho mañana mismo- Arturo parecía nervioso e impaciente- ¿y a dónde va señor inspector?- añadió Ramiro mientras Arturo empezaba a abrir la puerta de su despacho- A Lubián-.
7
Al coche le costaba ascender a través de la carretera convencional que ascendía los metros que sumaban hasta el arduo puerto de montaña del Padornelo. Sanabria era un lugar bellísimo donde la naturaleza parecía haberse centrado con sumo interés para detallar minuciosamente cara rinconcito del puerto de montaña. Una vez en la cima de los 2000m atravesó el túnel que separaba el territorio de Puebla de Sanabria y Lubián. Para poder llegar al pueblo tuvo que sortear cientos de curvas descendentes para luego volver a ascender hasta el lugar donde se cobijaba el pequeño y escondido pueblo de Lubián. Eran carreteras angostas con terraplenes escarpados repletos de señales de precaución por paso de animales. Al llegar a Lubián vio el coche de Roberto aparcado en la entrada, justo al lado de una casona vieja y grande bien conservada en su interior. Aparcó justo al lado del Peugeot 407 seminuevo de Roberto y miró desdeñoso el hueso envuelto en la bolsita de plástico en el asiento del copiloto. Había una vieja mujer paseando lentamente por las calles cargadas con dos pesadas bolsas con hortalizas y embutidos- Perdone señora ¿dónde está el cementerio?- Preguntó Arturo impaciente.- ¿Quiere visitar a un pariente? Eso está bien joven, muy bien, aunque los muertos suele tener más visitas que los viejos…que pena mas grande ¡ay Dios misericordioso!- La anciana parecía divertida al explayarse con temas que no venían a cuento- Perdone señora tengo mucha prisa- arguyó impaciente de nuevo Arturo- pues la verdad no sé por qué, si su pariente no tiene ya ninguna. ¡Que ganas de vivir rápido! Todo recto hijo y llegarás a la iglesia- le informó apaciblemente la anciana. La iglesia mostraba un porte macizo, majestuoso a pesar de su escaso tamaño, incluso oscuro típico del románico. En estos pueblos de Galicia los cementerios siempre suelen estar en la parte trasera de la iglesia y así era de hecho. El cementerio era bastante pequeño, la verja estaba abierta y los vivos colores de las flores, que se iban marchitando por el paso de los días, envolvían en alegría lo que de por sí era lúgubre en todo su esplendor. Había personalidades de distintas épocas y distantes edades enterradas en aquel cementerio. Eduardo, de 3 meses, murió en 1922, trágico comparándolo con Luisa de 93 años, fallecida apenas dos semanas atrás. Buscaba y buscaba sin encontrarlo, incluso a punto de desistir hasta que en el pequeño rincón más apartado de la entrada apareció aquella pequeña tumba, que podía contener de haber estado cerrada, el cuerpo inerte de un niño de 10 años. Arturo se aproximó con cautela y vio la tierra removida a un lado del ataúd expuesto a ojos del inspector. ¿Quién habría escarbado en aquel lugar y para qué? Todo parecía tornarse tétrico y terrorífico. Gabriel, de 10 años, muerto en 1898, debía de ser él, no había otra tumba de un niño de 10 años.-Perdone ¿desea algo?- Arturo dio un respingo y dio media vuelta. Un hombre de mediana edad le miraba ceñudo y desconfiado mientras volvía la mirada hacia la tumba que tenía Arturo sumido en un trance- ¿Eres familiar de ese chico?- Preguntó el hombrecillo tras dar un paso más hacia Arturo- …Sí, quería obtener información sobre mi familia. No sé nada y me gustaría poder saber lo que pasó con algunos de mis antepasados- Arturo pareció dudar al respecto de mentir tan soberanamente, pero debía saber quién era ese niño- Pues poco vas a encontrar aquí salvo esos restos…removidos. Respecto a Gabriel nadie sabe nada en este pueblo, ni tan siquiera ese apellido ha habitado casa alguna en este lugar. Esa tumba es una incógnita, lo siento pero es así- Arturo estuvo pensativo unos instantes hasta que consiguió volver en sí- ¿Se ha hospedado aquí una persona llamada Roberto? Tez pálida, ojos claros y pelo castaño. Un metro ochenta quizás- el hombre se acercó a un palmo de Arturo le examinó el rostro y luego miró el ataúd semidescubierto de Gabriel- Que yo sepa no. Aquí no hay hoteles, solo un albergue de peregrinos. Hay otro pueblo a cuatro kilómetros, aunque tampoco tiene hoteles ni hostales. El único que tiene es Puebla de Sanabria y está a 30 kilómetros de aquí- El hombrecillo barrió con el pie un poco de tierra esparciéndola sobre el ataúd-Pero su coche está en la entrada del pueblo aparcado. Por favor necesito su ayuda, haga memoria, quizás alguien sepa si está hospedado aquí- Arturo no se dio cuenta de que le tenía agarrado por los hombros y se apresuró a soltarle- Perdone, estoy un poco nervioso- a lo que el hombrecillo añadió al rato- Pues relájese, pero aquí no se ha hospedado nadie. Su compañero no está aquí aunque es cierto que ese coche no se sabe de quién es, lleva ahí desde esta mañana. Ya sabe usted que en los pueblos se sabe todo al instante, pero no sabemos de quién es- Arturo se dirigió a la salida cabizbajo y dubitativo- Señor a lo mejor le gustaría saber que por tradicionalismos y folclore en general hace muchos años le pusieron un ladrillo en la boca al cuerpo de su familiar. Son creencias populares, nada más. Antiguamente se creían en los vampiros y al no saber de dónde había salido la tumba… ¿Quiere que lo retire?- Parecía increíble en lo que eran capaces de creer algunas personas, aunque Arturo ya no sabía qué pensar al respecto. Su mente divagaba de un lado a otro sin razonamiento y embelesada en lo incesante de toda una trama tejida alrededor de tanto misterio. Se estaba volviendo loco.
8
Se recostó sobre la cama, con el flexo encendido y regulado para añadir a la habitación un débil halo de luz que iluminara lo suficiente para vislumbrar el hueso postrado en la mesilla. Arturo recogió la bolsita de plástico que contenía lo que debía ser la única prueba de un caso sin sentido y miró con el ceño fruncido. Algo raro pasaba, el hueso parecía…más joven. Era imposible, parecía más nuevo, más blanco, más fuerte y menos aquejado por el tiempo. Con razón se estaba volviendo loco. Eran las dos de la mañana y aún no podía conciliar el sueño entre tantas lagunas mentales. Pero poco a poco los párpados fueron pesando más y más hasta sumir a Arturo en un profundo sueño:
“Seguramente estuviera la luna allí, detrás de aquellas imperturbables nubes que tildaban el cielo de pura melancolía, quizás estuviera el sol, quién sabe lo que se puede encontrar en un sueño, ¿un sueño?”…
Álvaro Durán Gracia
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